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Cada vez es más habitual encontrar en los supermercados alternativas vegetales a los lácteos tradicionales. Entre ellas, una de las más populares son las llamadas “bebidas vegetales fermentadas”. Sin embargo, no todo lo que se fermenta puede considerarse un yogur. Antes de dejarse llevar por el nombre, es importante conocer qué dice la normativa alimentaria, en qué consiste realmente un yogur y cómo se diferencian estas nuevas propuestas vegetales.
El yogur es un producto derivado de la leche que ha sido fermentado mediante bacterias específicas: Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus. Estas bacterias transforman la lactosa, el azúcar natural de la leche, en ácido láctico. Este proceso cambia la textura, el sabor y la composición nutricional del producto final.
La legislación europea establece que solo se puede llamar “yogur” a aquel producto que cumpla con esta definición y que esté elaborado con leche de origen animal. Por eso, aunque existan productos de origen vegetal fermentados con técnicas similares, no pueden comercializarse como yogur, ni siquiera si su aspecto o uso es similar.
Una bebida vegetal fermentada es el resultado de someter una base vegetal (como soja, avena, arroz, coco, almendra o anacardo) a un proceso de fermentación controlada. El objetivo es modificar sus azúcares naturales y obtener un producto con características sensoriales similares a las del yogur: sabor ligeramente ácido, textura cremosa o fluida y mayor digestibilidad.
Popularmente, estas bebidas se conocen también como “yogures vegetales” o “nogurts”, aunque legalmente esa denominación no es correcta. Su textura varía en función de la base vegetal empleada y del proceso técnico seguido, por lo que no todos los productos son iguales ni ofrecen los mismos beneficios.
El tipo de bebida vegetal empleada condiciona tanto la textura como el sabor y los nutrientes del producto final. Las elaboradas con soja son las que más se asemejan al yogur tradicional, por su aporte en proteínas y su capacidad de dar cuerpo. Otras, como las de avena o arroz, tienden a ser más líquidas y suaves al paladar. Las de coco, almendra o anacardo, en cambio, aportan un sabor más intenso y una textura cremosa gracias a su contenido en grasas.
Desde el punto de vista nutricional, las bebidas vegetales fermentadas pueden ser muy variables. Las de base proteica (soja, anacardo, guisante) destacan por su contenido en proteínas, mientras que las de cereales son más bajas en este nutriente. Muchas marcas optan por fortificar sus productos con calcio, vitamina D o vitamina B12, lo cual es especialmente interesante para personas que siguen dietas veganas, vegetarianas o incluso flexitarianas. También es importante para aquellas personas que no pueden consumir productos lácteos por intolerancias o alergias.
También es habitual encontrar productos con azúcares añadidos o espesantes, especialmente cuando se usan bases vegetales con menos proteínas. Por eso, leer bien las etiquetas de los alimentos es fundamental para elegir una opción equilibrada y adaptada a las necesidades individuales.
Aunque esté elaborada con ingredientes vegetales, una bebida vegetal fermentada puede contener aditivos o fermentos de origen animal. Algunos cultivos bacterianos se desarrollan en medios que utilizan componentes animales, por lo que no todos los productos fermentados vegetales son automáticamente veganos. Para asegurarse, conviene comprobar que el envase indique expresamente que se trata de un producto apto para veganos.
Este tipo de alimentos se está consolidando como una opción cada vez más habitual dentro de las dietas vegetales y sostenibles. Al no contener lactosa ni proteína de leche, son una alternativa adecuada para quienes tienen intolerancias o alergias a estos componentes. Además, muchos de estos productos contienen probióticos, microorganismos vivos que pueden favorecer el equilibrio de la microbiota intestinal y ayudar a mejorar la digestión.
En el plano ambiental, las bebidas vegetales fermentadas suponen también una elección coherente con un modelo de alimentación más respetuoso con el planeta. Menor huella ecológica, variedad de sabores y cada vez más opciones disponibles hacen que sea más fácil encontrar una versión que encaje con cada estilo de vida.
Las bebidas vegetales fermentadas pueden consumirse de muchas formas, más allá de tomarlas tal cual. Por la mañana, combinan muy bien con fruta fresca y semillas. También pueden utilizarse como base en un batido vegetal, para añadir cremosidad a un porridge o incluso formar parte de recetas saladas como salsas o aliños.
Si se prefieren sabores dulces, también pueden transformarse en un postre natural con un poco de cacao en polvo, canela o fruta deshidratada. En definitiva, no hay una única forma de tomarlas: se adaptan fácilmente a todo tipo de platos y momentos del día.
Si además de los fermentados te interesa conocer cuál es la bebida vegetal más saludable en general, la Academia Española de Nutrición y Dietética ha elaborado una guía muy útil para conocer cuál es la bebida vegetal más sana.
Las bebidas vegetales fermentadas ofrecen una alternativa interesante al yogur tradicional, especialmente para quienes optan por una dieta sin lácteos o más vegetal. Conocer la diferencia entre yogur y leche vegetal fermentada, entender qué define a una bebida vegetal fermentada, y saber cómo elegir la mejor opción según tus necesidades son pasos clave para mejorar tu alimentación de forma sencilla. En ALDI te lo ponemos fácil con una amplia variedad de opciones para cuidarte sin renunciar al sabor. Además, si echas un ojo a nuestro folleto, puedes encontrar alguno de esos alimentos en oferta.
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